El nuevo Plan General Contable que entra en vigor el próximo 1 de enero equipara la presentación de las cuentas de las empresas con Europa para ofrecer más información financiera. El temor que esta reforma ha despertado en numerosos profesionales del sector no está justificado, según los expertos. Los cambios, que apenas se van a sentir en las pymes, aumentarán la transparencia de las empresas.
laEconomía.com 04.12.2007
Cerca de 100.000 empresas de la Región presentarán sus cuentas en el Registro Mercantil el próximo mes de junio siguiendo las pautas del Plan Contable de 1990. Será la última vez. A partir del 1 de enero la contabilidad española se equiparará al modelo internacional. De esta manera, la información contenida en ella ya no sólo será útil para que los empresarios conozcan el estado de su empresa y los acreedores sepan qué garantías les ofrece la firma deudora. Con la reforma se trata de aportar también información para quien pueda estar interesado en adquirir o invertir en la empresa.
La implantación de un nuevo plan se inició realmente en 2005 para que las firmas cotizadas en las bolsas de varios países unificasen criterios a la hora de presentar sus cuentas en cada uno de ellos. Ahora, con un año de retraso sobre la fecha inicialmente programada, los nuevos criterios se extienden a todo el tejido empresarial. Es, como explica el Interventor General de la Consejería de Hacienda, Eduardo Garro, un cambio orientado al mercado: “Aquí estamos acostumbrados a que las empresas se financien básicamente con los bancos, pero no es así en el resto de Europa, donde hay muchas sociedades cotizasas en bolsa y son los mercados los que necesitan la información contable”.
“Es un cambio de filosofía”, explica Salvador Marín, decano del Colegio de Economistas de la Región, “pero no vamos a inventar la contabilidad: hay diferencias, pero no tantas”. Según Marín “los contables van a adquirir mayores responsabilidades de gestión que antes, pero no es una revolución como hay quien ha dicho. El contable tiene que estar formado, no puede serlo cualquiera. Siempre ha sido así, pero ahora más, aunque esos contables de manguito que apenas tienen preparación también van a poder seguir sobreviviendo, porque tampoco cambian tantas cosas”.
Hasta ahora en la contabilidad española ha primado el principio de “prudencia”, coinciden Garro y Marín. Únicamente se registraban los ingresos y gastos realizados, de tal modo que no se tenían en cuenta hipotéticos beneficios y pérdidas futuros. De ese modo se conseguía, por ejemplo, que los acreedores dispusieran de un conocimiento de la situación actual de la empresa que no podía estar falseado por posibles expectativas. Pero, añade Garro, “si hurtamos esas posibles ganancias los inversores no tendrán un buen conocimiento de la empresa”, y se trata, resume, “de abrir las ventanas de la empresa y que desde fuera se vea bien lo que tengo y lo que puedo tener. Hasta ahora sólo era posible ver lo que tengo”.
Actualmente se puede conseguir en el Registro Mercantil información de una empresa que permita conocer, por ejemplo, que ha ganado durante el último año un millón de euros y que está situada en una nave de 2.000 metros cuadrados comprada en los años setenta. “Si además de eso -señala Garro- la contabilidad me permite ahora subrayar como un ingreso el valor de venta que tiene la nave hoy día, se está ofreciendo una información clave para un interesado en adquirirla”.
Invertir en valores
En realidad, aclara Garro, la reforma no incluye un supuesto así, pero sí contempla, por ejemplo, la inversión en una cartera de valores. “La cartera de valores no puedo imputarla actualmente como ingreso hasta que no la venda. Con la reforma sí se refleja el valor actual que tiene esa cartera en el mercado”.
Esos beneficios previstos que todavía no se han hecho efectivos se anotarán en paralelo en la memoria, uno de los documentos que acompaña la cuenta de resultados, “para que quien estudie mi contabilidad no se engañe”, aclara Garro.
El responsable de una asesoría de la ciudad de Murcia que prefiere no ser citado añade que “la información que vamos a dar ahora es información financiera, por encima de todo: la liquidez que la empresa tiene”. El nuevo plan, por ejemplo, “permite reclasificar una serie de inmovilizados que la empresa tiene para vender y ponerlos en una parte realizable, con lo cual se entiende que son unos bienes que en un corto plazo se pueden hacer líquidos. Antes el inmovilizado lo tenías que mantener siempre en el mismo sitio como tal inmovilizado, lo tuvieras para la venta, lo tuvieras en proceso productivo o lo tuvieras quietecito”.
Florentina Ros, subdirectora general de Normalización y Técnica Contable del Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas, explica que “es una información que se da a los terceros y que garantiza la tranquilidad de los mercados y la propia confianza de los inversores y de los proveedores”.
“El mercado común pretende eso: intercambio de bienes, trabajadores y capitales”, explica el Interventor General de la Consejería de Hacienda, “de ahí ese afán porque la contabilidad en la Unión Europea se oriente al mercado”.
Ros aclara que la reforma “no conlleva tampoco una gran variación en cuanto al registro de operaciones, porque España tampoco estaba ya alejada de los criterios internacionales”. Sin embargo, reconoce, hay “una mayor complejidad, al menos en su apariencia”.
Esta mayor complejidad ha extendido el temor entre el colectivo de profesionales encargados de la contabilidad tras 17 años empleando un mismo sistema. Sobre todo porque, coinciden las fuentes consultadas, buena parte de estos profesionales no cuentan con una preparación contable sólida y se basan sobre todo en la práctica para realizar su trabajo.
poco tiempo
“Estamos agobiados porque queda muy poco tiempo y el texto definitivo no lo conocemos”, apuntaba a LA ECONOMÍA el Interventor General de la Consejería de Hacienda unos días antes de la aprobación del nuevo Plan General Contable por el Consejo de Ministros el pasado 16 de noviembre.
Según el asesor anteriormente citado el temor por la reforma ha llegado al punto de que “todo el mundo estaba esperando un milagro y que no se aprobase”. Pero finalmente ha sido aprobado hace unos días, lo que apenas deja unas semanas para actualizar los programas informáticos que se utilizan en contabilidad y reciclar a los profesionales encargados de utilizarlos.
“Dudo mucho de que las empresas, en términos generales, tengan sus sistemas implementados para que la primera transacción que tengan que hacer ya puedan llevarla a cabo con el nuevo plan”, apunta Garro. “Tampoco pasa nada –aclara- porque la información contable se puede recuperar, y si en vez del 1 de enero se empieza el día 10, no sería ninguna debacle”.
Las cuentas adaptadas al nuevo plan no deberán ser presentadas hasta 2009, con lo que el verdadero problema si no se siguen las pautas de la reforma desde el mismo 1 de enero, es el mayor trabajo que habrá que hacer luego para adaptar toda la contabilidad de 2008.
“Se dice que hay poco tiempo”, reconoce Ros: “Efectivamente, pero desde luego el Ministerio de Economía y Hacienda publicó en su página web en febrero un primer borrador que fue actualizado en julio. Los plazos de tramitación no han podido ser más rápidos para lo que es una norma de estas características. Creo que la Administración ha hecho un gran esfuerzo por tenerlo lo antes posible”.
El director del departamento de Contabilidad de la Facultad de Economía de la Universidad de Murcia, Bernardino Benito, explica que, para que la reforma cuaje totalmente, “solamente habrá que esperar a que estén los programas informáticos y que sobre todo los contables aprendan las nuevas normas de valoración”.
Los expertos, que están de acuerdo en quitarle hierro a la reforma, coinciden sin embargo en advertir un cierto riesgo de que haya quien, aprovechando el clima de temor que se ha generado, haga el agosto vendiendo excesivamente caros programas informáticos adaptados al nuevo plan. “Hay que llevar cuidado con que el informático no te venda la moto de que tu contabilidad ha cambiado completamente y que te cobre una pasta por una cosa que es sencilla”, advierte Benito.
El director de una organización empresarial que agrupa a 500 firmas de la Región coincide en que el temor que despierta la información “excesiva” sobre la reforma puede ser aprovechado por la picaresca de un determinado sector que sólo quiere vender. Lo compara con el famoso “efecto 2000”, cuando medio planeta creyó que se le apagaría el ordenador a primera hora del 1 de enero y hubo quien trató de “sacar tajada” al miedo vendiendo caros servicios de ‘apagafuegos’ informáticos. Por tanto, ahora también se trataría de una estrategia generada para crear un miedo que, en consecuencia, genera unas ventas de productos informáticos superiores a las esperadas, explica.
“Pero la empresa que me vendió el programa informático, si es una empresa seria, publicará actualizaciones que no tienen por qué costarme demasiado dinero o nada”, apunta esta fuente. El responsable de cuentas del departamento comercial de la empresa informática Compañía de Soporte Lógico, Honorio Carrasco, explica que será el mercado el que regule la implantación de la nueva versión informática. En muchos casos, apunta, la actualización se facilitará gratis a los clientes, “porque si no se irán a la competencia”. De todos modos, reconoce, lo que sí se cobrarán son los costes de instalación.
Una versión básica de un programa informático contable adaptado al nuevo plan cuesta un mínimo de 300 euros. Cerca de un 20 por ciento de las pymes de la Región, que son las que cuentan con un programa de contabilidad propio, según estimaciones internas de una asociación empresarial, deberán hacer al menos ese gasto para conseguirlo. El resto lleva su contabilidad a través de asesores, que en muchos casos les facilitarán las actualizaciones, aunque les cobrarán por el incremento de los servicios, coinciden los profesionales consultados.
Por otra parte, el 20 por ciento de todas las empresas de la Región cuenta con más de 13 trabajadores. En estos casos el gasto informático estimado por los asesores consultados superará los 1.500 euros, aunque dependerá de la modalidad de contrato que tenga suscrito para recibir estos servicios.
Los asesores consultados creen inevitable que las empresas informáticas acaben repercutiendo este servicio “porque ellos no tienen por qué soportar los cambios normativos”, resume uno de ellos. Juan Miguel Zornoza, socio de la asesoría yeclana Adhoc, explica que, en todo caso, habrá que hacer una migración de datos del antiguo programa al renovado que también generará un coste.
“En cualquier caso”, además de las actualizaciones informáticas, “ya sea por una mayor atención por parte de los asesores externos o porque se necesita que el propio personal que lleva la contabilidad esté más cualificado se van a incrementar los costes”, explica el responsable de una asesoría que prefiere no ser identificado.
Antonio José Guillén, gerente de la pyme comercializadora de maquinaria industrial Murjet Printing System, MPS, reconoce que el sobrecoste por la compra de nuevas herramientas con las que sacar adelante su contabilidad le ha preocupado durante un tiempo. Pero ese temor le ha durado hasta que ha comenzado a asistir a alguno de los cursos que estos días promueven las organizaciones empresariales de la Región.
El interés de Guillén por perderle el miedo a esta reforma asistiendo a un curso de formación no parece habitual. “En estos cursos casi todos son asesores. Creo que también deberían asistir los que llevan la contabilidad de las empresas”, explica Benito. Para el director del departamento de Contabilidad de la Universidad de Murcia se deberían ofrecer más cursos desde las asociaciones empresariales explicando los cambios del nuevo plan contable “para que no hubiera nadie sin saber lo que ha cambiado”.
formar al profesional
El presidente del Instituto de Censores Jurados de Murcia, José Manuel Jódar, habla de dos fases de formación independientes para que el conocimiento del nuevo plan llegue a las empresas. Por una parte se trata de “formar al profesional para que sepa qué debe trasladar a las empresas”. En este sentido, afirma, el Instituto de Censores y los colegios de Economistas y Titulados Mercantiles, por ejemplo, están, de la mano de la universidad, haciendo el esfuerzo de difundir el nuevo plan general contable.
El segundo paso, continúa Jódar, es “explicárselo a los jefes de administración de las diferentes empresas”. Jódar añade que “cuando hablamos de la gran empresa hablamos de titulados universitarios, pero en nuestras pymes se trata de gente experta en contabilidad a la que hay que explicárselo”.
En el caso de los profesionales que llevan la contabilidad de las empresas, la asistencia a un curso de reciclaje para conocer el nuevo plan supone un desembolso que oscila los 600 euros, según se desprende de la consulta realizada a varias empresas que los ofrecen.
Benito cree que “en las empresas de la Región de Murcia no hay demasiada formación contable en su apartado administrativo”.
“Eso es lo que quizá –añade- hace que estén preocupados. Si tuviesen una formación contable adecuada se darían cuenta de que los cambios no son tan bruscos ni tan importantes: simplemente es hacer lo mismo de otra manera. Si realmente supieran contabilidad estudiarían los cambios, irían a cualquier curso de los que estamos dando y aprenderían”.
17 años muy ‘comoditos’
Para el asesor consultado de la ciudad de Murcia “eso está bien para un supuesto ante los alumnos de la universidad, pero no a la hora de formar a personas que vivían durante 17 años muy comoditos y que ahora se tienen que aprender unos conceptos nuevos y una regulación farragosa cuando menos”. Y propone un reto para demostrarlo: “Haz un esfuerzo: recoge cualquiera de los principios contables, lee dos veces las normas de valoración y luego me dices si las entiendes”.
Esta fuente opina que “la gran mayoría de los empresarios de la Región se han hecho a sí mismos, entienden de negocios, pero no les importa en absoluto la contabilidad. No le dan valor y tienen puesta ahí a la persona que les es más barata. Para ellos lo difícil es vender, y sobre las cuentas… pues ya saben ellos lo que ganan y lo que no”.
“Quizá sea una deficiencia en las empresas de Murcia: que el contable está poco valorado y muchas veces no tiene la debida formación”, coincide Benito.
De todos modos, tranquiliza el asesor mencionado, estos contables escasamente formados “tienen una práctica y esa práctica dentro de dos años la van a tener con el nuevo plan como la tienen con el todavía vigente. Tenemos que pasar dos años malos intentando aplicar la forma de medir distinta que vayamos a tener en tres partidas, pero el resto va a seguir igual para entonces. No sabrán por qué lo están haciendo así pero lo harán sin haberse leído el plan farragoso”.
Los asesores consultados coinciden en este punto al señalar que la redacción del nuevo plan resulta excesivamente farragosa, y por tanto difícil de entender. “No hay cristiano que lea esto”, explica un asesor de la ciudad de Murcia.
“Las normas internacionales de contabilidad con las que hemos querido converger son complejas”, defiende Florentina Ros. “Yo creo que se ha hecho de la forma más didáctica posible, pero hay mucho contenido en cada párrafo: son normas muy precisas y el contenido técnico en el mundo de los negocios es ahora más complejo”, añade.
“Han intentado que cada situación lo contemple todo”, coincide un asesor consultado. “Vivimos en un mundo global más complicado, donde uno compra barriles de petróleo que van a tardar tres años en salir. Son opciones sobre futuro a un precio que no se conoce, y eso hace que medir todas esas realidades económicas sea complicado”.
Para facilitar las cosas a las pymes, la mayor parte de las empresas, el nuevo plan incluye una versión simplificada para ellas.
El plan específico para pymes, aclara Ros, “lo que hace es quitar las operaciones poco habituales de las pequeñas y medianas empresas. Simplemente es una simplificación de contenido, y en el caso de que hicieran operaciones más complejas que no estén contempladas en esta versión tienen que ir al Plan General de Contabilidad”. En todo caso, añade, “las operaciones normales deben ser reflejadas igual en una pyme que en una gran empresa, y no son sustancialmente diferentes a lo que están haciendo ahora”.
Este plan específico para pymes, aclara el responsable de una asesoría de la ciudad de Murcia, afecta a aquellas empresas que no están obligadas a auditar. Las que sí están obligadas a auditar son las que durante dos años consecutivos cumplan dos de tres elementos: una cifra de activo de 2.850.000 euros, un total de ventas de 5.700.000 euros y cincuenta trabajadores.
Por otra parte, para el presidente de los censores jurados de la Región la reforma, que “la he hecho sólo el Ministerio”, explica, “debería haber sido más consensuada con los profesionales y las empresas”. De ese modo, se tendría que haber tratado de trasladar “la particularidad de la empresa española para incluirla dentro de las normas internacionales”.
“Si la adaptación fuese comprensible para el empresario le supondría una herramienta muy útil para tomar decisiones y, consiguientemente, la utilizaría y lo haría con un poquito más de entusiasmo que como lo va a hacer ahora. Ahora se va a hacer como una obligación que lleva un coste”, concluye Jódar.
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