La magnitud de la crisis económica obliga a plantear cómo salir de ella y cuáles fueron sus motivos. En esta búsqueda algunos han sugerido que las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF) son en parte responsables. En concreto atribuyen el problema a la sustitución del coste histórico por el valor razonable como criterio de valoración. Pero ¿es esto lógico?
Begoña Giner Inchausti - 04/01/2010
Conviene precisar que en muchos de los casos en los que se emplea el valor razonable (instrumentos financieros que cotizan en mercados líquidos), ya se aplicaba el coste histórico sujeto a depreciación. Por ello, como ilustra el ejemplo, el cambio de criterio supone un aumento en la información; si tenemos acciones de XYZ compradas a 10 euros que bajan a 7, con ambos criterios reflejaríamos la pérdida no realizada de 3 euros por título, pero sólo con un modelo de valor razonable se captaría el aumento hasta 15 y la posterior reducción a 7. Con el coste histórico se deja a la discreción de la dirección el reconocimiento de resultados positivos, ya que a través de operaciones reales (ventas de activos) se pueden reconocer los resultados cuando convenga, mientras que el valor razonable obliga a captar el cambio de valor, lo que supone captar la volatilidad de los negocios. Ello explica que las empresas sean reacias a aceptar un criterio de valoración. Pero ¿es responsable el gerente por no haber vendido los títulos cuando subieron a 15 euros y haberlos mantenido hasta que su valor es 7 euros?, o ¿su responsabilidad se limita a la pérdida de 3 euros? Y por otra parte ¿están los inversores interesados en conocer esa volatilidad? Desde una perspectiva racional, para tomar decisiones se requiere conocer los flujos de caja esperados y su nivel de riesgo, por lo que revelar la ganancia realizada o no de 5 euros y la pérdida de 8 euros supone dar una información más completa que si sólo se informa de la pérdida de 3 euros.
Por otra parte la experiencia ha puesto de manifiesto que surgen algunos problemas cuando la información elaborada siguiendo unas normas que pretenden proporcionar transparencia al mercado se utiliza para otros fines. La caída de los precios en la Bolsa y el consiguiente reconocimiento de las pérdidas produjo un empeoramiento del ratio deuda-neto, que es crítico en el sector financiero, y ante el peligro de nuevas caídas algunas empresas vendieron títulos, lo que provocó una nueva caída de los precios, incluso por debajo de los valores fundamentales. Esta es la llamada pro-ciclicalidad de la norma contable, que ha provocado que algunos afirmen que el valor razonable está en el origen de la crisis.
Pero, ¿por qué se asocia el problema al valor razonable y no al tradicional coste sujeto a depreciación? El hecho de que las pérdidas reconocidas sean mayores al usar el valor razonable, 8 euros frente a 3 por título en el ejemplo, explica esta reacción. El uso del coste permite ocultar tanto las subidas de precios previas a la crisis como la propia crisis, por lo que es un mecanismo anticíclico, que sin embargo puede ser perjudicial al enmascarar la gravedad de la misma.
Antes de concluir quiero referirme a otro tema polémico en relación con las NIIF: las provisiones por insolvencia. Siguiendo las normas del Banco de España, en el sector se dotan unas provisiones anticíclicas que implican reconocer pérdidas cuando se otorgan los créditos, ello supone crear un colchón que permite amortiguar los resultados de los años malos gracias a las reservas ocultas creadas en los de bonanza. No cabe duda de que la estabilidad financiera es una preocupación de primer orden, pero ¿es la contabilidad para usos externos el único mecanismo para lograr este objetivo?, ¿permite esta manera de proceder obtener una información transparente para los inversores?
Concluyo con un par de opiniones que tratan de responder a algunas de las preguntas planteadas. Desde mi punto de vista la información contable no ha causado la crisis, sino que ha permitido conocer su gravedad con mayor rapidez, y los diversos objetivos de la información contable no parecen compatibles, por lo que parece apropiado considerar la conveniencia de distinta información para distintos objetivos.
Begoña Giner Inchausti. Vocal de la Junta Directiva de AECA. Catedrática de la Universidad de Valencia.
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