
Considera que el organismo «ha dañado su imagen» al acelerar algunos informes, como el del Guggenheim.
MANU ALVAREZ | BILBAO

-¿Se ha planteado ya los principales retos al frente del Tribunal?
-Las líneas generales, sí. Vamos a identificar áreas de mejora pero, en concreto, tenemos que transformar la comunicación con la sociedad. Nuestros informes o una versión de ellos deberá ser elaborada en un lenguaje que pueda ser comprendido por todos los ciudadanos. Un ciudadano normal del País Vasco tiene derecho a comprender lo que quiere decir el tribunal, y eso es lo que vamos a intentar. También queremos reducir el tiempo que media entre la finalización de un ejercicio y la aprobación del informe de fiscalización. Ahora pasan dos años y es necesario reducirlo.
-En los últimos días se ha conocido que el tribunal ha acelerado la aprobación de algunos informes sobre la gestión del Guggenheim y la Diputación de Vizcaya, en lo que parece un intento de aprovechar los últimos rescoldos de la mayoría nacionalista para quitar de enmedio temas conflictivos.
-Sobre ese tema, que de momento no conozco en profundidad, sólo puedo comentar que no ofrece una buena imagen de la institución. Acelerar los informes de forma artificial no es bueno para el Tribunal de Cuentas, ha dañado su imagen, pero tampoco lo es para las instituciones fiscalizadas en esos casos.
-¿Existe posibilidad de retomar esa fiscalización en el tribunal?
-En ese asunto estaremos a disposición de las instituciones y si nos lo encargan, lo haremos.
-Con los informes del tribunal sucede algo curioso. Año tras año se repiten muchas recomendaciones. O, dicho de otra forma, se detectan anomalías, sobre todo en la contratación pública, y nada cambia. En el informe siguiente vuelven a aparecer. ¿Las instituciones ya no le hacen caso?
-Es cierto que algo de eso ocurre y por ello hay que darle una vuelta a las condiciones en que se desarrolla el trabajo del tribunal. Hay que revisar el marco de autoridad. Mire, esto ya se ha hecho en el ámbito privado. La Comisión Nacional del Mercado de Valores ya no acepta sin más que una empresa que cotiza en Bolsa presente salvedades en una auditoría. Ahora, la CNMV obliga a esas sociedades a llevar a sus cuentas las consecuencias de esas salvedades. Lo que está claro es que limitarse a realizar recomendaciones no nos deja en buen lugar.
-Además del control de legalidad y de vigilar los procedimientos de actuación, ¿deberían asumir alguna función adicional?
-El tribunal debe caminar hacia una evaluación de la eficiencia. Es decir, no se debe limitar a vigilar que se ha cumplido la legalidad en una operación de gasto de la Administración, sino también a evaluar si se han conseguido los objetivos perseguidos y también con qué grado de eficiencia; si el coste es ajustado a esos objetivos conseguidos.
-¿Cómo se ha tomado las críticas de la oposición? Han dicho de usted que procedía de la derecha más rancia.
-Se mezclan demasiado las cosas. Es verdad que en mi vida privada he participado como miembro de base en algunos movimientos cívicos en contra del nacionalismo violento. Y quienes hemos participado ahí hemos pagado un precio personal muy alto. Con la muerte, como en el caso de Joseba Pagaza o López de la Calle; con el alejamiento del País Vasco o con enormes problemas de seguridad personal. Pero, en cualquier caso, eso no tiene nada que ver con mi vida profesional.
Los méritos
-¿Le duele que no se hayan reconocido sus méritos profesionales para ocupar este cargo?
-El representante de EA en el Parlamento, Jesús María Larrazabal, vino a decir que no soy la persona adecuada para presidir el tribunal porque no procedo del nacionalismo. Eso ya no se lleva. La aritmética, el debe y el haber, no tienen sexo ni color político. Además, jamás he tenido problemas para convivir en órganos de gobierno en los que había mayoría nacionalista.
-¿A cuáles se refiere?
-Por ejemplo, a haber ocupado la dirección de mi departamento en la Universidad y haber sido elegido para ello. Me consta que en él hay una mayoría de compañeros nacionalistas y eso no ha supuesto problema alguno. Tampoco lo fue para ser elegido decano de Sarriko. En cualquier caso, mantengo la idea de que el esfuerzo que hemos hecho quienes hemos participado en esas organizaciones ciudadanas ha merecido la pena, porque se han dado pasos enormes en la deslegitimación de ETA y su mundo.
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