Recursos impropiosSé que lo que vengo a contar no tiene mucho interés, después de un largo silencio provocado por el hastío y por el respeto hacia lo que venía cociéndose y ha salido votado.
Escrito por: Carlos Carrión, 31/03/2009
Es más, es que ni siquiera voy a hablar del Madrid, ¿o también? En realidad, esta es una nota sobre los recursos propios de los clubes de fútbol, entendidos de manera contable y no como la cantidad de personal o peñas movilizables por el presidente de turno para montar una algarada. Acaba de salir una noticia en la prensa económica, que alerta de la quiebra de casi todos los clubes de categorías inferiores, y bastantes de Primera, por la aplicación del Plan General Contable (PGC) a esta partida del balance. Y ustedes se preguntarán con razón qué tripa se nos ha roto con esta jerigonza de los auditores y banqueros, y votaran a tales y a bríos porque son los mismos que están detrás de la que está cayendo en el resto de sectores. Y, muy probablemente, pensarán también que, si también se meten en el fútbol, pues apaga y vámonos, que la cosa irá como los bancos de inversión americanos, al fondo y sin propios, o con los propios de primera sólo fumándose un puro de los buenos mientras escuchan tocar valses y polonesas de Chopin.
Pues vamos allá con la ingrata tarea de sacar algo en claro antes de que lo destrocen del todo. Dice el dichoso PGC que, a diferencia de lo hecho hasta la fecha, en que los ingresos por partidas como los derechos audiovisuales se contabilizaban completas aunque fueran a cobrarse en varios años, ahora hay que contabilizarlos sólo en el ejercicio en el que se producen, y el resto como anticipos. O sea, ya no engrosan los fondos propios. ¿Y qué habíamos dicho que era eso de los fondos o recursos propios?, preguntarán algunos, perdidos ya sin remedio en este maremágnum de las cuentas tal que un Soriano cualquiera.
La definición más fácil y segura de la cosa es la que dan los puristas: recursos propios son la participación de los propietarios en la financiación de la empresa. Dicho de otro modo, el capital, las reservas y partidas asimilables, como los ingresos plurianuales seguros (derechos de televisión). También hay quien los define, más en la línea de los fondos propios, como la diferencia entre el valor de los activos de una empresa y el pasivo exigible, o sea, las deudas con ajenos.
Verán ustedes que la cuestión, aunque fácil de definir, no es sencilla, porque la gran mayoría de los gestores de clubes que conocemos no diferencian muy bien lo propio de lo ajeno, con lo que delimitar qué es activo y qué deuda se convierte en una tarea digna de Hércules (y no el de Alicante). Pero, suponiendo que la diferencia estuviera clara, y no se han dormido ni desnucado a cabezadas al llegar al párrafo anterior, convendrán conmigo que cuantos más activos, más posibilidad de pasivos. Esto es, cuantos más fondos propios, más capacidad de endeudamiento. Y de eso sí que saben nuestros gestores, y nuestros bancos, y los que los auditaban. Lo de los niños: este cogió un huevo, este lo llevó, este lo partió, este lo frió, y el chiquitín se lo comió.
O sea, que hay que recalcular todos los porcentajes de deuda de los clubes, a la luz de la aplicación de esta norma contable. No sólo eso, sino que al incrementarse el porcentaje de deuda por tener que contabilizar como anticipo lo que antes eran lisa y llanamente recursos propios, recuerden, financiación que dan los propietarios al negocio, muchos clubes estarán en quiebra, y eso tiene consecuencias incluso en el proceso concursal que prefiero ahorrarles.
Pero si a este cóctel le añaden que la gran mayoría de esos clubes han contabilizado contratos plurianuales que no están avalados, y que las empresas que los han firmado pueden incumplir a la vista de cómo está el patio y las faltas ya conocidas de enero, pues verán que el ‘bloody mary’ se convierte en sangre, pero de la buena. Los agentes y personas que viven alrededor del negocio del fútbol ya sienten en directo esto de la norma contable en forma de impagos cada vez más estrepitosos, pero la situación, lejos de aclararse, amenaza tormenta perfecta al final de la temporada. De fichajes multimillonarios, nada de nada. De ventas incluso menos, porque, ¿quién puede comprar? Y de salarios de jugadores pendientes muchas, tipo al esperpento vivido por desgracia en Valencia y que ha acabado hoy con una ampliación de capital que debería haberse producido el verano pasado si el propietario y la autoridad competente no hubieran estado conchabados.
Y nuevo equilibrio futbolístico, lo quiera o no lo quiera UEFA, dentro de las ligas e interligas, porque esto se va a mover como el viento y las bajas presiones, allá donde haya dinero. Pero eso se lo cuento a ustedes en otra entrega, que le estoy cogiendo el gusto a esto de trabajar todos los días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario