
El auditorio no parece de lo más alegre, unas 200 personas en un hotel de Barcelona, vestidos de oscuro, pero no con los trajes caros de los abogados de postín, sino con otros, más sencillos, que les dan un aire de entre cobradores de impagados y empleados de funeraria.
crisis inmobiliario (crónica) 13-12-2008
El gesto de los presentes es grave. Esperan a un ponente que llega tarde a unas jornadas que organiza el Ilustre Colegio de Titulados Mercantiles y Empresariales y donde, en teoría, les va a ilustrar sobre los secretos de cómo aplicar la ley concursal cuando las promotoras inmobiliarias solicitan concurso de acreedores, el equivalente a la antigua suspensión de pagos.
El magistrado se ha retrasado. Trae un 'powerpoint', un clásico para este tipo de ponencias. Pero la primera diapositiva desconcierta. Se ve la típica cara de pocos amigos de John Wayne en el póster de 'Centauros del desierto'.
'La ley concursal es tan árida como un verdadero desierto, así que he pensado que lo mejor era que me ayudase John Ford', comenta el ponente, como si nada, en referencia al director de la cinta.
Ante el estupor del público, el ponente explica: 'para los que no la hayan visto, la película trata de un cowboy, Ethan Edwards, que interpreta John Wayne, que busca en el desierto a su sobrina, encarnada por Natalie Wood, a la que han raptado los indios'.
El ponente, juez de profesión, va repasando los diversos casos que pueden encontrarse aquellos que apliquen la ley concursal a las promotoras con problemas de solvencia: sociedades que han pedido el concurso con filiales que también lo han hecho, matrices que han ido al proceso concursal pero que tienen filiales con activos que siguen operativas, 'holdings' que suspenden pagos en España pero que tienen participadas en otros países, a veces comunitarios, a veces extracomunitarios... las variantes son muchísimas.
El magistrado asegura que ante tantas posibilidades 'nos corresponde transitar este laberinto procesal como los protagonistas de la película el desierto. Y he de advertir que muchas veces este laberinto no lleva a ninguna parte, aunque puede ser atractivo en sí mismo'.
Aparece en la pantalla una diapositiva de la película, que por cierto nunca ganó un Oscar, con tres jinetes. 'Son tres vaqueros, como tres son los administradores judiciales en un proceso de concurso. En breve les rodearán los indios', bromea el conferenciante.
El juez va relatando distintas variantes, como que en los países del Este las autoridades entienden que la liquidación de inmuebles afecta al interés público, como que en Brasil no se aceptan los procesos concursales en España, o como que en el caso de Martinsa-Fadesa los jueces han decidido que haya diversos administradores judiciales para aplicar las acciones de reintegración cruzada...
'La película se acaba con una puerta que se cierra. Yo, durante esta charla, sólo he podido abrirles muchas puertas', concluye el ponente.
Sin embargo, advierte: 'el protagonista tarda 20 años en encontrar a su sobrina raptada por los indios. Esperemos que los procesos concursales no duren tanto con la nueva ley'.
No explica, sin embargo, que cuando la puerta se cierra, porque el trabajo del protagonista ha concluido, John Wayne se queda fuera, porque igual que él ya no es el que era después de 20 años de vagar por el desierto persiguiendo a los indios, aquella ya no es su casa, ya no es su hogar.
Por cierto, el magistrado fan de los 'westerns' es el titular del juzgado mercantil número 3 de Barcelona, José María Fernández Seijo, y lleva, entre otros, el concurso de Habitat, el segundo más importante del sector inmobiliario en España, con un pasivo de 2.348 millones de euros.
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